En Oaxaca, la creación es una forma de vida. Así como hay artesanos que se enfocan en complacer a quienes buscan souvenirs, hay un mundo de maestros y maestras en cuyos talleres nacen piezas únicas, originales y expresivas, sin dejar de honrar sus raíces.
En San Martín Tilcajete, a 45 minutos de la ciudad de Oaxaca, se crean los alebrijes, figuras coloridas y fantásticas talladas en madera de copal. En el taller Jacobo y María Ángeles, artesanos y artesanas crean tonas y nahuales con una maestría insuperable. Gracias a su escuela de artes y oficios ha disminuido la migración a Estados Unidos.
Si no puedes visitar su taller, ve a la galería Voces de Copal, en el Centro Histórico de Oaxaca, donde se exponen piezas de diferentes talleres de altísima calidad y diseño, agrupadas por temas relevantes para estas comunidades.
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Una de las razones por las que Oaxaca resultó crucial para la economía virreinal fue la producción de la grana, un tinte rojo que se extrae de la cochinilla (Dactylopius coccus). La investigadora Naix’ieli Castillo señala que Oaxaca, cuna de domesticación de la grana cochinilla, llegó a producir el 99% de la grana que se exportaba al mundo entero en el siglo XVIII. Su tono carmín era usado por la nobleza europea como símbolo de poder.
En el pueblo artesano de San Bartolo Coyotepec, famoso por sus talleres de barro negro, se encuentra el Centro de Difusión de la Grana Cochinilla Tlapanochestli (“sangre de nopal” en náhuatl), abierto a visitantes que quieran aprender, experimentar y comprender la trascendencia de la grana en la cultura oaxaqueña, pues gracias a ella muchos productores pudieron conservar su estructura comunitaria.
En Teotitlán del Valle, cerca de la zona arqueológica de Mitla, la cultura oaxaqueña del color se expresa en textiles de gran valor estético y social. En sus talleres familiares, donde el conocimiento se transmite de generación en generación desde hace cientos de años, se usan pigmentos naturales para teñir los hilos de lana que luego se tejen en telar de pedal, dando como resultado tapetes y otros textiles, algunos con motivos ancestrales y otros con innovadores diseños. En el taller familiar Huella Carmín, los visitantes pueden conocer y participar en el proceso, además de adquirir piezas de factura única.
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