Una vez que el alma ha quedado satisfecha de mar, más vale aprovechar la ciudad para pasear por sus calles llenas de historia y dejarse tentar por lo que se ofrece en las tiendas. Para la comida o la cena, el centro de La Paz resulta perfecto para descubrir las variadas sazones, que son diversas y perdurables en el gusto, entre ellas las de los tradicionales taquitos de pescado y camarón de Taco Fish, los sabores del mar y la mixología de Origen, o las hamburguesas y la vista desde el rooftop de 612.
Otro plan para una escapada es lanzarse a descubrir el encanto de los pueblos cercanos. El Pueblo Mágico de Todos Santos es casi obligatorio para quienes pisan por primera vez esta región; sus boutiques y galerías saturan de belleza el espacio para beneplácito de los visitantes. En tu caminata podrás descubrir lugares como la explanada, la misión jesuita, así como restaurantes y hoteles boutique llenos de encanto.
Hay otros tres pueblos mucho menos conocidos que Todos Santos, pero igualmente atractivos: El Triunfo, La Ventana y Santiago, este último en el municipio de Los Cabos.
El Triunfo es un antiguo pueblo minero cuyo esplendor quedó atrapado en las paredes de los edificios coloniales y en el paraje de espinas, cardones y otras fotogénicas cactáceas que lo rodean. Aquí, además, se encuentra una de las estructuras arquitectónicas más preciadas del pueblo, La Ramona, una chimenea monumental que, se dice, fue diseñada por el célebre Gustave Eiffel. Sí, el mismo de la icónica torre parisina.
La Ventana, a tan solo 50 kilómetros de La Paz, es un pequeño pueblo de tradición pesquera cuyo cielo, entre octubre y abril, se llena de colores gracias a los cientos de kitesurfers que visitan la región, pues la bahía del mismo nombre recibe vientos del norte que la hacen uno de los mejores spots en el mundo para la práctica de este deporte.
Santiago, por su parte, fue fundado en 1721 bajo el nombre de La Misión de Santiago de los Coras Aiñiní. En este pequeño oasis destaca su templo entre un puñado de edificaciones coloniales, coloridas fincas y huertas de mango, naranja y toronja, entre otros productos agrícolas. En sus cercanías hay aguas termales para el disfrute de los turistas. No te pierdas el Cañón de la Zorra, cuyo esplendor natural de sus aguas brilla en medio del desierto.