Lo más recomendable es hacer la ruta en sentido ascendente, salir de Tapachula, a 177 metros sobre el nivel del mar, con rumbo a Nueva Alemania, a 1,636 metros de altitud. En total, en la zona hay 13 fincas, pero solo tres cuentan con instalaciones para hospedar a los viajeros: Irlanda, Argovia y Hamburgo. Varias de ellas se pueden visitar para conocer el proceso de producción del café o vivir experiencias de aventura.
La primera finca del recorrido es La Chiripa, a 600 metros de altitud. Esta propiedad forma parte del Grupo Edelmann y produce la variedad de café Maragogipe, una de las mejores del mundo por su aroma, acidez y tamaño. Como parte de su proyecto, protegen 20 hectáreas de bosque húmedo tropical. Después de visitar la finca para conocer todo acerca de su café, te recomendamos caminar hacia el río Cuilco y disfrutar de las vistas desde su puente colgante. Aunque si tienes espíritu aventurero, no dudes en hacer tirolesa y rappel. Ver la selva desde las alturas es fascinante.
Fundada en 1888 por el alemán Arthur Edelmann, a 1,250 metros sobre el nivel del mar, la finca Hamburgo es una de las paradas obligadas en esta ruta cafetalera. Su hotel boutique de nueve habitaciones con restaurante y spa es perfecto para explorar el mundo del café y relajarse después de los días en las montañas. Aquí también se encuentra un pequeño museo para aprender sobre el beneficio del café, desde la siembra, la maduración y la cosecha hasta el lavado y el tueste. Por supuesto, la visita culmina con una deliciosa taza del café de la familia. La mejor época para visitar este lugar es de octubre a febrero, ya que se puede ver la planta activa.
En 1880, una familia proveniente de Suiza fundó la finca Argovia; sin embargo, la familia Giesemann ha sido la propietaria desde finales del siglo XIX. En sus 141 años de historia, la finca no ha dejado de evolucionar y diversificarse. Hoy, además de la plantación de café orgánico y del servicio de hotelería que ofrecen, también producen flores y follajes tropicales como parte de su proyecto ecoturístico. Luego de visitar sus viveros y probar su café, te recomendamos dar un paseo en los alrededores, acompañado por el sonido del río y el canto de las aves.