En el litoral de la Baja Sur uno se da cuenta de cuán idealizadas y privatizadas están las playas de otros destinos mexicanos. Las playas sudcalifornianas, además de ser públicas, limpias y bien cuidadas, tienen arena fina, aguas transparentes y ricas en fauna marina, montañas rojizas y ocres que contrastan con cielos intensamente azules y muchas posibilidades para conectar con la fuerza del océano.
Para quienes viajan con niños y no quieran alejarse mucho de las zonas turísticas, la playa Palmilla, a un kilómetro de San José, es una gran opción. Se encuentra en una pequeña bahía casi sin oleaje y cuenta con palapas para resguardarse del sol. También se pueden rentar tablas de remo y equipo para hacer esnórquel en el pequeño arrecife que está frente a la playa.
Los amantes de las olas también tienen varias opciones para ponerse a prueba. Costa Azul, entre los kilómetros 28 y 29 de la Carretera Transpeninsular, es una de las más célebres porque tiene olas para surfistas principiantes, intermedios y avanzados. En la temporada de invierno el oleaje es menos fuerte, por lo que se puede nadar con tranquilidad. La presencia de turistas y surfers de Estados Unidos ha dejado su huella en varios restaurantes de hamburguesas.
Las aguas que rodean la península de Baja California son un tesoro de vida natural que añoran los oceanógrafos. Si ya estás aquí, no dudes en practicar esnórquel en las bahías de Santa María y de El Chileno, a tan solo 20 minutos de Cabo San Lucas. Además de tortugas y peces de colores que viven en el arrecife, es probable ver mantarrayas.