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Los Cabos

El placer de viajar lento

Por Luza Alvarado

La tendencia a viajar con más calma es una realidad en Los Cabos. Te presentamos un viaje que explora lugares inspiradores, transformadores y placenteros en este clásico destino sudcaliforniano.

El paisaje marca el ritmo desde que el avión se acerca al aeropuerto de Los Cabos. El océano cambia sutilmente del cobalto al turquesa y aparecen enormes extensiones de arena desértica salpicada por oasis donde la vida se renueva. Este contraste de mar y desierto propone un cambio de ánimo completo.

Los Cabos es el núcleo turístico que integra a Cabo San Lucas y San José del Cabo, dos lugares con cientos de años de historia que hoy ofrecen la posibilidad de hospedarse tanto en grandes resorts como en hoteles boutique que transmiten una vibra sofisticada y relajada a la vez. Un viaje a Los Cabos es la oportunidad de reconectar con la naturaleza y la fuerza vital del mar, sin dejar de lado el confort, el sabor local y el estilo. 

El llamado del mar

En el litoral de la Baja Sur uno se da cuenta de cuán idealizadas y privatizadas están las playas de otros destinos mexicanos. Las playas sudcalifornianas, además de ser públicas, limpias y bien cuidadas, tienen arena fina, aguas transparentes y ricas en fauna marina, montañas rojizas y ocres que contrastan con cielos intensamente azules y muchas posibilidades para conectar con la fuerza del océano. 

Para quienes viajan con niños y no quieran alejarse mucho de las zonas turísticas, la playa Palmilla, a un kilómetro de San José, es una gran opción. Se encuentra en una pequeña bahía casi sin oleaje y cuenta con palapas para resguardarse del sol. También se pueden rentar tablas de remo y equipo para hacer esnórquel en el pequeño arrecife que está frente a la playa.

Los amantes de las olas también tienen varias opciones para ponerse a prueba. Costa Azul, ​​entre los kilómetros 28 y 29 de la Carretera Transpeninsular, es una de las más célebres porque tiene olas para surfistas principiantes, intermedios y avanzados. En la temporada de invierno el oleaje es menos fuerte, por lo que se puede nadar con tranquilidad. La presencia de turistas y surfers de Estados Unidos ha dejado su huella en varios restaurantes de hamburguesas. 

Las aguas que rodean la península de Baja California son un tesoro de vida natural que añoran los oceanógrafos. Si ya estás aquí, no dudes en practicar esnórquel en las bahías de Santa María y de El Chileno, a tan solo 20 minutos de Cabo San Lucas. Además de tortugas y peces de colores que viven en el arrecife, es probable ver mantarrayas. 

Cabo Pulmo.

Ya en Los Cabos, vale la pena escaparse a Cabo Pulmo, un parque nacional con la mayor densidad de peces del golfo de California. Crédito: Shutterstock.

Con sentido local

Cada sábado por la mañana se instala en San José del Cabo un mercado orgánico. En un ambiente casi festivo, animado por músicos locales, con clases de yoga, talleres y puestos de comida saludable, turistas y locales se surten de huevo fresco, lácteos, verduras y otros productos de increíble calidad llegados de ranchos aledaños. Nadie habría imaginado hace 30 años que este litoral semidesértico daría lugar a un conjunto de granjas orgánicas. La transformación surgió gracias a la visión y el arduo trabajo de habitantes como Gloria y Patrick Greene, una pareja de californianos que se asentaron en los alrededores del estuario de San José en 1996, quienes comenzaron a nutrir el suelo con composta y a sembrar ingredientes que pronto enriquecieron las mesas de grandes hoteles. 

Poco a poco, en la zona que rodea el estuario llamada Ánimas se han establecido otros proyectos que integran la agricultura, el bienestar, el hospedaje y la buena comida. Ejemplo de ello es Tamarindos, del chef Enrique Silva, y el proyecto de los pioneros Gloria y Patrick Greene, hoy convertido en Flora Farms, con una cocina reconfortante y de temporada. 

En los campos de Flora Farms

a pasos del estuario San José, se cosechan muchos de los ingredientes orgánicos que conforman la cocina farm-to-table de este destino. Crédito: Cortesía Flora Farms.

Los vecinos más recientes de Flora Farms son Acre Resort, un hotel boutique para quienes aman viajar lento y con los pies en la tierra, o mejor dicho, en las ramas, ya que las habitaciones de Acre son verdaderas cabañas en los árboles (perfectas para lunamieleros, por cierto). Su restaurante y bar son el corazón de la experiencia, y la ética es el criterio que guía su propuesta, que abarca desde desayunos tradicionales, barra de ramen por las tardes y noches de costillas, cocteles, vinos y cervezas locales. El espacio, mezcla de un ambiente cosmopolita pero relajado, transmite perfectamente la sensación de una huerta en medio de un oasis. 

Otra experiencia con sabor local es el Paseo del Arte en San José del Cabo. Cada jueves, el centro se convierte en una zona peatonal, las galerías abren sus puertas y uno termina irremediablemente pasando la tarde en algún café, un restaurante o un bar local, cruzándose con otros viajeros y sobre todo con los locales. 

Flora Farms

comenzó como una pequeña parcela y hoy es un increíble lugar donde florecen la vida, el bienestar y, sobre todo, la buena comida. Crédito: Cortesía Flora Farms.

Escapadas cercanas

A una hora hacia el norte de Los Cabos se encuentra la Reserva de la Biósfera Sierra La Laguna, un macizo montañoso con varios microclimas, incluido el bosque. La excursión a la sierra es un viaje en sí mismo que requiere preparación y guías especializados; sin embargo, es posible acercarse a una de sus entradas, el Cañón de la Zorra. Hay que dirigirse hacia el pueblo de Santiago, el cual rodea un oasis donde anidan aves en invierno. Esta población produjo caña y piloncillo hasta entrado el siglo XX, y sigue siendo un interesante productor de carnes y lácteos. 

Luego de visitar Santiago hay que tomar rumbo hacia el Rancho Ecológico Sol de Mayo. En este lugar hay hospedaje en cabañas y se puede contratar una caminata con un guía local. Otra opción es hacerlo por cuenta propia y avanzar con el auto hasta acercarse al Cañón de la Zorra, donde hay una cascada y una laguna para nadar y refrescarse. Muy cerca se encuentran las aguas termales de Santa Rita y de El Chorro. 

Otra escapada imperdible es Cabo Pulmo, un parque nacional con la mayor densidad de peces del golfo de California. Si sabes bucear, no dejes pasar la oportunidad; si no, siempre puedes rentar un kayak, practicar esnórquel o entregarte al descanso en sus playas de arena fina. 

La comunidad de pescadores asentada en Cabo Pulmo ahora vive del buceo y del turismo, así que no dudes en acercarte a ellos para contratar tus experiencias y comer unos buenos tacos de pescado y otras delicias del mar. En el pueblo encontrarás hospedaje en los búngalos y pequeños hoteles. Si pasas la noche ahí y el cielo está despejado, aléjate unos kilómetros de la comunidad e instálate en un paraje sin contaminación lumínica: la cantidad de estrellas te sorprenderá.

Jazzamango

es una parada obligada en Todos Santos, un restaurante acogedor y siempre en temporada, con lo mejor del campo sudcaliforniano. Crédito: Cortesía Jazzamango.

Todos Santos a paso lento

La temporada invernal es perfecta para disfrutar de Todos Santos, un Pueblo Mágico que mira al Pacífico, a tan solo una hora de Cabo San Lucas. Al igual que otros poblados de la península, este surgió con la fundación de la Misión de Santa Rosa de Todos Santos en 1733. Gracias a su ubicación en las faldas de la Sierra La Laguna, sus arroyos nutrieron durante siglo y medio los ingenios azucareros que impulsaron la bonanza del pueblo. 

Hoy se pueden recorrer sus calles de casonas coloridas a paso lento y descubrir tiendas de diseño como Nomad Chic o perderse entre las tiendas de Santa Terra, una antigua fábrica de azúcar que hoy alberga galerías, un oyster bar, un centro de bienestar y hasta un huerto. 

En las afueras de Todos Santos, un sitio para desconectar del ruido y reconectar con la naturaleza es el hotel Paradero, que establece como prioridad el respeto a la biodiversidad y el entorno natural. Conserva 65 hectáreas de granjas familiares donde imparten cursos, además de que la estancia incluye caminatas, tours en bicicleta y práctica de yoga.

Para cerrar un viaje como este, Jazamango, el restaurante del chef Javier Plascencia en Todos Santos ofrece una cocina del campo a la mesa que rinde honor a la generosidad de la tierra sudcaliforniana.

Todos Santos

un antiguo pueblo que vivió la bonanza cañera, se ha convertido en un pueblo lleno de magia a poca distancia de Los Cabos. Crédito: Shutterstock.

Este fin de año, Los Cabos y sus alrededores son una opción maravillosa para descansar y bajar el ritmo, desconectar del estrés y regalarse unos días de placer junto a la poderosa naturaleza sudcaliforniana.

Vuela a Los Cabos

Volaris opera vuelos directos a Los Cabos desde Culiacán, Ciudad de México, Guadalajara, León, Monterrey y Tijuana. 

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