Las paredes están llenas de afiches e imágenes que te transportan a los tiempos de la Revolución. Un trío norteño entona corridos. En la barra central, un hombre apura un caballito de sotol y desgarra tiras de carne seca que sirven de suculenta botana. La Antigua Paz es una suerte de máquina del tiempo y también es una cantina ubicada en el centro de la capital.
A unos pasos del parque Lerdo, este tradicional lugar sirve de punto previo o posterior para visitar la Quinta Gameros (actualmente el centro cultural de la Universidad Autónoma de Chihuahua), gran ejemplo de lo que fuera la riqueza de unos cuantos en los tiempos de Porfirio Díaz.
Muy cerca está también la Catedral Metropolitana y la Plaza de Armas. De amplias naves centrales, el principal templo es la edificación barroca más importante del norte del país, la cual comenzó a construirse en 1725. La Plaza de Armas se ubica en lo que fueran los jardines del Colegio de Jesuitas (hoy Palacio de Gobierno) y tiene en su centro un Monumento a los Héroes de la Independencia.
Interesantes y envolventes son también las visitas al Palacio de Gobierno y el Museo Histórico de la Revolución (también conocido como la casa del general Pancho Villa). Un Ford modelo 1923 luce numerosos orificios provocados por las balas que terminaron con la vida del caudillo. Este coche está en exhibición en la casa que compartiera con Luz Corral, una de sus esposas. Pueden observarse también objetos personales de la pareja, hermosos muebles de época y muchos documentos de la Revolución.
Una flama eterna ilumina el Altar de la Patria en el Palacio de Gobierno. Este sitio resulta emblemático para los comienzos de la guerra de Independencia, pues allí, en 1811, fue fusilado el padre de la patria, Miguel Hidalgo y Costilla. Además, la sede actual del gobierno estatal hace un recorrido por la historia chihuahuense a través de los murales, pintados por Aarón Piña Mora, que decoran los cuatro flancos del recinto.