Colima es un estado colmado de ríos que descienden de la sierra y forman esteros y lagunas antes de tocar el océano. En el caso de Cuyutlán, se produce una de las mejores sales del mundo desde hace más de 2,000 años; las salinas se pueden visitar entre noviembre y febrero. Al desembocar en las playas, las enramadas se dedican a las típicas preparaciones de pescados y mariscos; sin embargo, recomiendo en especial hacer una parada en Boca de Apiza para probar el gorrito, un molusco de piedra que solo se encuentra aquí, preparado en aguachile con los limones más ricos de México, que llevan en su apellido el nombre del estado. Segunda parada: la enramada de El Chivo, en El Real; entre las creaciones de este cocinero autodidacta están el plátano macho a las brasas relleno de mariscos. La tercera recomendación es visitar el mercado de Manzanillo y comer en el puesto Raquelito; según la leyenda, aquí nació el emblemático pozole seco. La ruta costeña termina en la laguna de Cihuatlán, en cuyas enramadas se sirve un ceviche colimote, singular por su zanahoria rallada y, por supuesto, la acidez inconfundible del limón Colima.