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Microbiota: la estrecha conexión entre nuestra barriga y la salud mental

Por: Ximena Escalera Zamudio

¿Sabías que los ecosistemas de microbios de nuestro aparato digestivo son fundamentales para regular el estado de ánimo? Mantenerlos bien nutridos es una forma de cuidar nuestra salud mental. Aquí te contamos cómo.

El cuerpo humano está compuesto por alrededor de 100 billones de células microbianas. En otras palabras, dentro tenemos un sinfín de ecosistemas de microbios. Uno de los más importantes se aloja en el intestino, que actúa como nuestro segundo cerebro y es el productor más importante de serotonina. Por esta razón, lo que entra al estómago afecta directamente nuestros niveles de energía y estado de ánimo. 

Protege tu salud mental alimentando a tu microbiota con prebióticos, como hojas verdes, frutos rojos, espárragos y aceite de cáñamo, y probióticos como kombucha, yogurt no industrial y otros fermentos. Crédito: Shutterstock.

Un bosque interior

La microbiota es una comunidad de virus, bacterias y hongos que ocupan un hábitat específico dentro del cuerpo y que facilitan la comunicación de nuestros diferentes sistemas. Es como si se tratara de un bosque: talar o quemar una parte afecta a todo el ecosistema. 

Los desbalances de la microbiota desembocan en condiciones autoinmunes, depresión, endometriosis, intestino irritable, síndrome de ovarios poliquísticos, problemas de fertilidad, infecciones urinarias, entre otras consecuencias. Por fortuna, nuestro cuerpo es tan resiliente que puede modificar la microbiota en pocas semanas.

Tomar mucha agua y consumir vitamina D forman parte de los hábitos que ayudan a mantener sana tu microbiota, tu salud general y sobre todo tu estado de ánimo. Crédito: Shutterstock.

Evita 

  • Alimentos que inflamen el tejido intestinal, como azúcar refinada, harinas procesadas, edulcorantes artificiales, etcétera.
  • Consumir alcohol y fumar.
  • Abusar de los antibióticos.

Procura 

  • Alimentarte con prebióticos (nutrientes para la microbiota) como cebolla, ajo, espárragos, y antioxidantes como hojas verdes, frutos rojos y aceite de cáñamo.
  • Incluir en tu dieta probióticos (microorganismos que colonizan el tubo digestivo y combaten a los microbios nocivos). Algunas opciones: kéfir, kombucha, tofu, col agria, pepinillos, miso y yogurt no industrial.
  • Beber mucha agua y tomar vitamina D.
  • Reducir el estrés, hacer actividad física al aire libre y tener un sueño reparador de un mínimo ocho horas.

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