El chocolate mexicano:
Una bebida de dioses
Antes de ser un alimento sólido, el chocolate fue consumido como bebida y hasta fue utilizado como moneda para intercambios comerciales.
El chocolate mexicano es uno de los alimentos más antiguos del mundo. Se estima que su descubrimiento tuvo lugar hace unos tres mil años y que varias civilizaciones mesoamericanas lo usaron para distintos fines.
En esta oportunidad, te contamos todo lo que hay que saber acerca de esta delicia que ya es patrimonio de la humanidad y compartimos las claves de su pasado y de su presente.
México y la historia del chocolate en tiempos prehispánicos
Hoy en día, México se posiciona como uno de los principales productores y exportadores de cacao en el mundo. Si bien este producto ya se encuentra disponible en cualquier país, este dato no deja de ser un acto de justicia, ya que el alimento proviene precisamente de este territorio.
Claro que, por entonces, México aún no existía como tal. Acerca del origen de este alimento, todo parece indicar que los primeros en descubrir los usos que se le podía dar al fruto del árbol del cacao fueron los olmecas, cuya civilización existió aproximadamente entre los años 3000 a.C. y 100 d.C.
Luego, en culturas como los mayas y los aztecas, el chocolate llegó a tener tal importancia que era utilizado como valor de intercambio. Además, su consumo como alimento estaba reservado unicamente para los guerreros y los nobles, y para los demás solo en ocasiones especiales.
Su nombre proviene de la palabra náhuatl “xocoatl”, y la denominación científica del árbol del cacao es “Theobroma cacao”, la cual significa alimento de los dioses.
Lo más probable es que los amantes de esta delicia estén de acuerdo con las versiones que hablan de alimento divino. Al respecto, hay que mencionar que las mismas no son infundadas, ya que existe una antigua leyenda que afirma que el cacaotero fue un regalo que el dios Quetzalcóatl le hizo a los seres humanos.
Chocolate: pasado y presente de la bebida de dioses
Una de las mayores curiosidades que presenta la historia del chocolate mexicano es que, en un primer momento, la bebida que se hacía con el mismo era bastante diferente a la que se conoce en la actualidad.
Para las primeras versiones del chocolate, los granos de cacao se tostaban y se molían, y luego se disolvían en agua, por lo general, y en leche, algunas veces. A modo de acompañamiento, también se solía utilizar vainilla y flores, entre otros ingredientes.
Una vez que Cristóbal Colón llegó a América y los europeos conocieron las bondades de este alimento, las pruebas de nuevas versiones comenzaron a tener su lugar y aparecieron nuevas recetas.
Fue en Europa donde se desarrolló la bebida que es más conocida en la actualidad, aquella que se hace con leche y que puede contener azúcar y almendras, por ejemplo.
Todo lo que hay que saber acerca del chocolate mexicano
A pesar de la expansión mundial que experimentó el chocolate (sobre todo desde mediados del siglo XIX, cuando se popularizó su ingesta en otros estados como el sólido), México sigue siendo uno de los grandes actores en cuanto a producción, distribución y consumo.
Gran parte de la producción es industrial, lo que da como consecuencia la existencia de una gran cantidad de marcas de chocolate mexicano. Las mismas no solo son numerosas, sino que también responden a distintas categorías de producto.
Están, por ejemplo, las marcas de chocolate fino o premium. Una de las más destacadas de este rubro es Quetzalli, de Wolter, la cual se consagró en varias oportunidades en el marco del certamen internacional “Chocolate Awards”.
También hay marcas de carácter más popular, que son aquellas cuyo consumo es más cotidiano y accesible. Cacep, Turín y Ricolino son prueba de esto.
Para finalizar, hay que decir que el chocolate artesanal mexicano también es uno de los puntos fuertes de este país. Además de estar hecho con granos locales, su elaboración suele cuidar otros aspectos, entre ellos, la organicidad de los ingredientes y el sabor de lo natural.
En definitiva, el chocolate mexicano en la actualidad no solo es garantía de calidad, sino que también representa el mayor punto de contacto con la historia y los orígenes de este alimento.
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