Chihuahua
Al rescate de la herencia mexicana
Antigua tierra de pueblos aguerridos, Chihuahua y sus alrededores muestran el encanto de un territorio rico en naturaleza, historia y cultura mexicana.
Alguna vez este territorio fue indomable: sus sierras escondían minas de oro, plata y otros minerales que, en cuanto fueron halladas por los españoles, atrajeron los primeros asentamientos coloniales. Sin embargo, los pobladores originarios no estuvieron de acuerdo con la idea de ser “descubiertos”, pues ellos llevaban siglos habitando la zona. Entre todos ellos, los apaches y comanches mostraron la mayor ferocidad, valentía y conocimiento del arte de la guerra, aunque terminaron por ser asimilados por la nueva cultura. Esta región con los siglos mantuvo su espíritu rebelde y dio nacimiento a uno de los revolucionarios más famosos de México: Pancho Villa.
Su historia le ha dado un distintivo de lucha, poder y fuerza, así como una riqueza cultural y una arquitectura distintas a las del resto del país, lo cual hoy puede disfrutarse en una visita a la capital y sus alrededores.
La ciudad museo
Para empezar a sumergirte en el espíritu de la capital te recomendamos partir de su catedral: la primera piedra se colocó en 1725, aunque la construcción concluyó unos 40 años después. Sus muros de cantera ocre dorada fueron labrados con un estilo gótico y sus torres —perfectas y elevadas— destacan entre la arquitectura recientemente recuperada del Centro Histórico y la Plaza de Armas, cuyo quiosco fue traído de París e inaugurado en 1897. A pocos pasos se encuentra el Palacio Municipal, un edificio de inicios del siglo XVIII que se convirtió en la sede del gobierno municipal apenas en 1907. La gran Sala Capitular, hoy Sala de Cabildo, aún conserva su yesería original y otros detalles característicos de la belle époque.
Otro edificio extraordinario, con una espectacular arquitectura del siglo XIX, es el Palacio de Gobierno, en cuyo patio central se halla el Altar a la Patria, que marca el sitio exacto donde fue fusilado don Miguel Hidalgo y Costilla.
Como toda ciudad que ha sido escenario de movimientos que cambiaron la historia, Chihuahua posee una museografía digna de conocerse. Por ejemplo, en el interior del Palacio de Gobierno se halla el Museo de la Independencia y la galería de armas de la época. Aquí se puede descubrir la historia de este estado, desde la Conquista hasta la Revolución, a través de los murales del reconocido artista Aarón Piña Mora.
El Museo de la Revolución Mexicana es otra de las joyas históricas de la ciudad. Fundado en la antigua vivienda del aguerrido Pancho Villa —la cual fue donada por su esposa, Luz Corral, en 1982—, en sus habitaciones se exhiben objetos y otros artículos personales del general, destacando entre ellos el auto en el que fue asesinado.
Por último, te sugerimos visitar el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros, una preciosa mansión de estilo art nouveau construida a comienzos del siglo XX, considerada una de las piezas arquitectónicas más importantes de la ciudad de Chihuahua y que hoy alberga exhibiciones temporales de arte. Recorrer sus interiores es un lujo del que no te puedes privar.
Ciudad Juárez: no todo son negocios
Hay quienes aseguran que de la catedral se extienden túneles en diversas direcciones, que al menos todo el centro de la ciudad está colmado por estos caminos subterráneos, por los cuales en el pasado las familias ricas escapaban de sus perseguidores, o escondían a sus hijas embarazadas o a los hijos recién nacidos de monjas y frailes en los tramos entre conventos y seminarios, como es el caso de la Preparatoria Jalisco y el Edificio Arroniz, ahora sede de la Secretaría de Cultura del Estado, y en otros tiempos la Congregación del Oratorio y el Seminario Mayor. También cuentan que durante la época posrevolucionaria estos túneles fueron utilizados por cristeros o tropas oficiales, según fuera el caso, para escapar o esconderse. Toda una París con sus catacumbas y misterios, solo que en lugar de crème brûlée, aquí comemos jericallas.
Misticismo del desierto
A solo 50 kilómetros de Ciudad Juárez se despliegan las inmensas, ondulantes y aparentemente interminables dunas de Samalayuca. Éstas pueden llegar a alcanzar elevaciones de hasta 40 metros de altura (y a veces más), por lo que se han convertido en un sitio soñado para quienes practican sandboarding, pero hay más: otros prefieren relajarse con una caminata guiada y algunos más disfrutan rodar en una burbuja cuesta abajo (sí, como suena), catar el popular sotol —exquisita bebida de estas tierras— o gozar de una noche astronómica o una meditación guiada y acompañada solo por la voz del viento.
Los 150 kilómetros que abarcan las dunas han sido declarados Área Natural Protegida en 2009 y también son escenario del Festival de Turismo de Aventura del Estado de Chihuahua, uno de los más importantes en México y Latinoamérica que convierte al imponente desierto en espacio de juego y diversión: competencias de voleibol de arena, exhibiciones de sandboarding, competencias de cuatrimotos y motocross, concurso de vehículos 4×4 y mucho más.
Pero no todo es adrenalina en las dunas, pues alrededor de estas se yergue la sierra con sus secretos: los arqueólogos calculan que en Samalayuca existen al menos 50 sitios arqueológicos. Muchas de las enormes rocas de la serranía han sido marcadas por el arte rupestre, desde trazas geométricas hasta figuras que emulan la temprana presencia humana en esta mágica región.
A Chihuahua hay que dedicarle su tiempo: cada rincón posee parte de nuestro pasado; cada cantina, sabor local y habitante, una historia que busca ser contada en su música, arte y cotidianidad, pero también es presente continuo, una geografía marcada por el paso de muchos pueblos que hoy constituyen uno tan complejo y rico como el mismo territorio. Y aunque la aventura de descubrir Chihuahua pareciera inabarcable, no hay viaje que no deje penetrar un poco en sus secretos. Por suerte, siempre se puede regresar.
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